Tipos de apeos y apuntalamientos

Tipos de apeos y apuntalamientos

Pretendemos en este artículo realizar un breve repaso por los tipos de apeos y apuntalamientos más comunes y ver para qué y cómo se usan. No es nuestro objeto entrar en los pormenores del apeo de cada elemento concreto (fachadas, muros, pilares, forjados, etc…), ya que eso daría para un manual completo y ya hay muchos escritos, ni tampoco profundizar en la metodología de cálculo de estos elementos, sino tan solo ofrecer una reseña de los principales sistemas utilizados, tanto tradicionales como más actuales, mostrando sus principales diferencias, y aquellos aspectos que son comunes a todos ellos.

APEOS Y APUNTALAMIENTOS. ¿QUÉ SON?

Los apeos y apuntalamientos son construcciones auxiliares que se emplean para detener movimientos de un edificio, lesiones o amenazas de ruina. También se emplean para la ejecución de determinadas reformas o modificaciones en la estructura de un edificio.

Aunque las palabras apeo y apuntalamiento suelen usarse como sinónimos, lo cierto es que mientras que los apuntalamientos tienen como misión la transmisión de cargas mediante elementos verticales (puntales, pies-derechos, enanos), los apeos transmiten la carga de modo inclinado (jabalcones o tornapuntas).

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En cualquier caso, debemos tener en cuenta que tanto los apeos como apuntalamientos son construcciones temporales, que se instalan para consolidar un edificio afectado por algún tipo de agotamiento estructural o bien porque las obras que se pretenden ejecutar demandan una estructura provisional que soporte las cargas mientras duren las obras.

Para acometer estos trabajos de apeo o apuntalamiento siempre hay que realizar un estudio previo de las causas que han producido las lesiones existentes en el edificio, a fin de adoptar la solución más adecuada a cada caso, teniendo siempre presentes las variables de coste y tiempo de permanencia del apuntalamiento.

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SISTEMAS CONSTRUCTIVOS

Tradicionalmente, los apeos se han realizado empleando piezas de madera, que según su posición se designaban de diferentes manera (pie-derecho, brochal, codal, muletilla, ménsula, enano, etc…). Se podían realizar con piezas enteras o bien mediante la adición de varias piezas más pequeñas unidas mediante bridas. Las medidas de estas piezas eran variables, siendo lo más habitual el empleo de tablones de unos 20 cm de ancho y entre 5 y 7 cm de grueso. La adición de varias de estas piezas unidas con bridas era lo que formaba la sección definitiva del puntal.

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De esta manera, se podían adoptar diferentes disposiciones constructivas según se tratara de apear un forjado, una viga, un pilar, un muro o una fachada. En cualquier caso, las piezas de madera deben ser de buena calidad, y estar convenientemente arriostradas.

Aunque estos puntales de madera siguen en uso, y todavía se emplean en determinadas situaciones, hoy en día lo normal es acudir a elementos metálicos. Estos elementos pueden ser perfiles de acero laminado, usados de forma similar a los elementos de madera pero con las características y resistencia propia del acero, o bien pueden ser puntales metálicos regulables en altura y cuya resistencia es conocida y certificada por sus fabricantes, los cuales suelen aportar tablas de resistencia de los mismos en función de la altura a la que regulemos el puntal. Estos puntales metálicos son empleados de forma casi exclusiva en el apeo vertical de forjados y vigas.

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Otra posibilidad de apeo está formada por sistemas metálicos prefabricados constituidos por módulos de vigas metálicas aligeradas (alveoladas), pero con gran flexibilidad de unión, lo que permite por medio de piezas especiales adoptar cualquier clase de solución tanto de apeo como de apuntalamiento. En España es conocido como SISTEMA SOLDIER, y como decimos, su gran flexibilidad permite adaptarlo a cualquier tipo de diseño de apeo.

ASPECTOS COMUNES

En cualquier caso, el proceso a seguir en un apuntalamiento debe ser siembre de abajo a arriba, con las debidas precauciones al hacer entrar en carga los puntales para no producir acciones directas sobre la edificación.

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Al respecto, se debe tener en cuenta que lo ideal sería poder llevar las cargas del elemento apeado hasta el suelo, pero esto no siempre es posible. El caso más típico consiste en el apeo de un forjado de un edificio de pisos en el que no se puede acceder al piso inferior. En estos casos es fundamental estimar la capacidad portante del forjado existente para conocer su capacidad de soportar la carga del forjado superior a apear. En caso contrario, el apeo sería inviable, y sería necesario buscar otras alternativas.

También se debe prestar atención al punto de contacto entre los apeos y el edificio, asegurando la correcta transmisión de cargas de uno hacia el otro, y hacia el suelo, disponiendo las sopondas y durmientes que resulten necesarios.

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Una vez dispuesto el apeo, éste debe revisarse periódicamente, a fin de comprobar que las piezas no se han desajustado y que han cumplido su función de detener el movimiento no deseado del edificio.

Texto recuperado el 21 de febrero del 2019 de arquitectos.com