La urbanización en los últimos 20 años | Final

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La urbanización en los últimos 20 años |Prt-1

 

Al respecto se afirma que cerca del 70% de la superficie de las ciudades está representada por las viviendas, una situación que determina la forma urbana y la densidad, a su vez que proporciona empleo y contribuye al crecimiento.

Sin embargo, la crítica de ONU-Habitat es sobre las políticas que se han implementado porque desde su visión garantizan el acceso a la viviendas por parte de la clase media en terrenos formales que solo este segmento puede costear, siendo que el desafío está en los sectores pobres que si bien reconoce que han disminuido en las zonas urbanas desde 1990, los números están aumentando paulatinamente.

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En este sentido, afirma que “el futuro sostenible de las ciudades y los beneficios de la urbanización dependen en gran medida de los futuros enfoques sobre la vivienda”.

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La desigualdad es un aspecto que el informe dice que en estos 20 años se ha acentuado. De hecho, la ONU mide este indicador utilizando el coeficiente de Gini con el que estableció que cuando es mayor a 0.4 representa una línea de alerta. En este sentido, América Latina y el Caribe (0.5) y África (0.45) superan este coeficiente, mientras que Asia (0.4) lo igual y Europa Oriental con Asia Central (0.35) están bajo este margen.

barcelona-espana-arcus-globalUsando estos datos, el organismo internacional afirma que el 75 por ciento de las ciudades del mundo tiene niveles más altos de desigualdades de ingresos que hace dos décadas.

Mitigar la desigualdad es posible, en cierto grado, a través de la planificación urbana, una labor catalogada como esencial en el informe para la conformación de ciudades sostenibles. Lograr esto es un desafío viable para el organismo que requiere ciertas tareas, por ejemplo, analizar los vínculos entre las zonas urbanas y rurales, evaluar la resiliencia de la ciudad, es decir, la capacidad de sobreponerse a catástrofes, y tener fuentes renovables de energía, ya que en 2030 se estima que la demanda de energía y agua crezcan en un 40 y 50 por ciento, respectivamente.

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La gobernanza y la legislación urbana son tópicos que en relación a la descentralización se han mantenido sin cambios drásticos desde Hábitat II, o sea, desde 1996, según publica el informe. En parte, esto se explica porque las medidas adoptadas por los gobiernos no se ajustan al contexto local o porque la burocracia de ciertos rubros urbanos es muy detallada e inflexible, ocasionando que se terminen por omitir temas importantes.

Por lo mismo, ONU-Habitat plantea que se puede avanzar en la descentralización si se planifica la transferencia de la gestión del gobierno central al local junto con delegar el poder político a través de recursos (humanos y económicos).

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Hasta aquí hemos nombrado en más de una oportunidad la importancia de la planificación. Sin embargo, es sobre la reinvención de esta tarea cuando se profundiza en el documento. En este sentido, afirma que después de Hábitat II aún hay países que no actualizan su concepción de la planificación, pero los que sí lo han hecho, lo han enfocado adecuadamente como un “proceso continuo, sostenible e integrador”.

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Los países considerados que aún están en deuda son aquellos en desarrollo que tienen en común, entre otros puntos, que no planifican bajo una perspectiva de género, dejando a las mujeres al margen de muchas decisiones, y que los espacios públicos no se desarrollan de una manera correcta, por lo que cumplen con la accesibilidad el diseño y la gestión.

El motivo con el que el organismo explica porqué ocurre esto lo atribuye a que los países en desarrollo tienen una capacidad insuficiente de planificación.

La economía y sus variaciones también son objeto de análisis por parte de ONU-Hábitat. Acerca de esto sostiene que las megaciudades y las regiones metropolitanas se han beneficiado más de la globalización que las ciudades secundarias con un 80% del PIB.

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En tanto, la rápida urbanización no necesariamente se ha reflejado en un incremento del empleo formal, haciendo incluso más notorrias las desigualdades económicas y sociales en entornos urbanos.

Revertir estos puntos desde un enfoque económico es lo que en el informe se plantea que se podría lograr si en todos los niveles de gobierno se integran políticas de desarrollo y planificación vinculadas entre sí; si se crea un sistema más equitativo entre el gobierno nacionales y las administraciones de ciudades en cuanto al régimen fiscal, los derechos de uso de suelo y las asociaciones entre públicos y privados, y por último, si se crea un marco jurídico para la descentralización.

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Según las estimaciones del organismo internacional, las nuevas zonas urbanas y el consiguiente crecimiento demográfico podrían ocasionar que las emisiones contaminantes sean mayores que las generadas en el último siglo en todo el mundo. A su vez, parte de estos efectos ya están presentes en las ciudades menos densas haciendo que tengan mayores costos en infraestructura, empeore la movilidad y se pierdan tierras agrícolas.

Al leer los puntos incluidos en el Informe Mundial de Ciudades 2016 es posible desprender una necesidad de cambios que el organismo plantea que se pueden alcanzar si se elabora una Nueva Agenda Urbana que tenga como principio fundamental el interés público al momento de diseñar las políticas y acciones que cAomprometan a las ciudades, orientarse por los Objetivos de Desarrollo Sostenible y garantizar el respeto a los derechos humanos, el estado de derecho, el desarrollo equitativo y la participación democrática; entre otros.

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En resumen, el Nuevo Programa Urbano debe hacerse con miras al futuro que conjuguen la urbanización y el desarrollo como instrumentos para alcanzar el desarrollo sostenible.